El "milagro económico dominicano", contrario a lo que ha sucedido en la América Latina y el Caribe en la última década, ha incrementado la pobreza en todas sus manifestaciones, alcanzando en el 2014 un 44.1% de la población; ha reducido el poder adquisitivo de la clase media, disminuido en un 27% el poder de compra de los salarios de los obreros, y ha llevado a los bolsillos del 5% dela población, constituidos por los dueños del gran capital, incluyendo funcionarios corruptos y ladrones de cuello blanco, el 35% de las riquezas producidas en dicho período.
Estas cifras con aportadas por organismos internacionales, entre ellos el Banco Mundial, reconocidas por el PNUD y avaladas por el Banco Central de la República Dominicana. Los pobres son cada vez más pobres, y a corto y mediano plazo no se vislumbran cambios favorables a su mala suerte.
En el año a punto de concluir, según las cifras oficiales, la economía crecerá un 7.2%, superando con creces la media de América Latina y el Caribe, y comparado con el resto del mundo nos colocamos en niveles astronómicos.
Tanto dinero ha llegado a los bolsillos de los magnates y los altos funcionarios de la nación, que muchos tienen que asolear sus fortunas para que los dolares y euros no se les pudran, y si lo hacen no es porque no confien en el sistema bancario, sino porque su procedencia les impone máxima discreción. Ese dinero sustenta el boom de la construcción, y ciudades como Santo Domingo, de la noche a la mañana, se desarrolla como una gran urbe que crece hacia arriba, exhibiendo centros comerciales gigantescos, con el comfort, facilidades y ofertas que no tiene nada que enviar a cualquier gran ciudad europea, asiática o americana.
Crece tanto la economía que cada año decrece la presión tributaria, y los tecnócratas, acostumbrados a la frialdad de los números, sugieren la conveniencia de aumentar impuestos. Precisamente el gobierno de Danilo Medina se inició con una reforma fiscal, y la misma, por primera vez, grabó los artículos de la canasta básica, incluidos café y azúcar, además de congelar el respiradero de los trabajadores con salarios más o menos decentes, suprimiendo la indexación salarial, lo cual contribuía a disminuir la erosión del poder de compra de la clase media.
El gobierno de Danilo Medina, a quien se le reconoce méritos por incluir en el presupuesto de gasto público el 4% para el sector educativo, reconoció públicamente que con 10 mil pesos de salario es imposible "vivir" en la República Dominicana, pero sus palabras no han sido acompañadas de iniciativas para superar esa iniquidad, y al finalizar el 2014, el salario mínimo más elevado que paga el sector privado apenas supera los 9 mil pesos, y gobierno paga menos de 8 mil pesos a guardias y policías.
Ese es el panorama para el que el ex presidente Leonel Fernández propone un incremento de la presión tributaria. Ninguna de las reformas tributarias, seis en total, impuestas por el Partido de la Liberación Dominicana, ha afectado directamente a las ganancias del gran capital, pero todas se han cebado en contra de la gran masa consumidora, quien sin recibir incremento salarial y perdiendo un 27% de su poder de compra, tienen que ingeniárselas para seguir engañando el estómago y ver crecer sus hijos sin ninguna posibilidad de romper el cerco de la miseria.
No obstante, la economía crece y crece, a pesar de que la industria manufacturera languidece y que los sectores que producen riqueza apenas sobreviven, entre ellos la agropecuaria. Entonces, ¿ de dónde surge tanta riqueza? ¿Quien contribuye al sostenido crecimiento del Producto Interno Bruto de la República Dominicana?
Respuesta: las actividades ilícitas, entre ellas el narcotráfico, la trata de personas, las prostitución y la corrupción administrativa.
La República Dominicana es la lavandería más grande del caribe, y ese dinero proviene de actividades que no pagan impuestos. ¿Cuántos miles de millones de dólares han sido inyectados a la industria de la construcción provenientes del narcotráfico y la corrupción administrativa en los últimos diez años?
Cuantificarlos es una tarea casi imposible, pero si un funcionario que ocupó un cargo de poca importancia en el gobierno de Leonel Fernández al asumir sus funciones declaró poseer unos 500 mil pesos dominicanos, equivalentes a 12 mil dólares, hoy es dueño de un fortuna que supera los 3 mil millones de dólares, asumir que el robo al erario público, cuyos frutos son inyectados a la economía, es uno de los factores que contribuyen el "milagro dominicano" es una inferencia lógica presumir que supera más de un billón de dólares.
Lo mismo sirve para comprender como el dinero proveniente del narcotráfico, inyectado en la corriente económica a través de diversas actividades, entre ellas el sector construcción, ventas de vehículos, casinos, etc., contribuye al incremento del PIB. Esas son las manzanas podridas de nuestra economía.
Países pragmáticos como Inglaterra, por sólo citar un ejemplo, incluyen para el cálculo del PIB, el conjunto de riquezas provenientes de actividades ilícitas, entre ellos el narcotráfico y la prostitución, pues resulta imposible ignorar el dinero de procedencia ilícita que navega en el canal de la economía "transparente".
Si bien es cierto que el dinero sucio incrementa el PIB, no es menos cierto que la incrementar la presión tributaria en las economías que crecen por el aporte del dinero sucio, es castigar a la masa que sobrevive con el sudor de su frente, con trabajo escaso y siempre mal remunerado.
Por eso, justificar el incremento de la presión tributaria en base al crecimiento del PIB, en economías que se nutren de dinero sucio, es castigar al pueblo con el pago de un tributo sin haber recibido ningún beneficio.