viernes, 20 de febrero de 2015


LA CARAMBOLA DE QUIRINO
Leonel y Quirino son contemporáneos, jóvenes luchadores que por diferentes caminos ascendieron en la escala social, y dejaron huellas indelebles es las actividades de sus respectivas preferencias. Mientras Leonel se dedicaba a la docencia para sufragar sus gastos universitarios, Quirino Ernesto, al despuntar el alba iniciaba su recorrido por las calles de Santo Domingo, conduciendo un viejo automóvil en busca del pan de cada día.
Leonel terminó sus estudios y una vez convertido en abogado comenzó a hacer pininos en un despacho jurídico ubicado en el Edificio Baquero, en  la señorial calle El Conde, orientado por Abel Rodríguez y Mariano Germán. La producción era escasa, y Leonel consiguió que el presidente Jorge Blanco lo designara Abogado de Oficio.
Para entonces, Quirino Ernesto, agotado por las largas faenas, decidió dar un vuelco drástico a su vida, y optó por regresar a Elias Piña, pequeño poblado ubicado en la frontera con Haití, atraído por la prosperidad repentina de algunos conocidos que aprovechando la porosidad de la inexistente línea divisoria, se habían convertido en imprescindibles para los carteles del narcotráfico que han convertido la isla de Santo Domingo en puente de tránsito de la droga que sale de la América del Sur con destino al insaciable mercado norteamericano.
 Leonel y Quirino fueron buenos en sus respectivos oficios, y el abogado, atraído por la actividad política cerró filas en el partido creado y dirigido por el Profesor Juan Bosch, mientras Quirino, generoso, especialmente con los hombres de uniforme, que en la frontera tienen más poder e influencia que el Presidente de la República, cerró filas en el ejército.
Leonel y Quirino prosperaron, y dijeron adiós a las privaciones de la miseria. Leonel, transformado por circunstancias impredecibles en líder político,  alcanzó la presidencia de la República en el 1996, y Quirino, con recursos provenientes del narcotráfico construyó  un diversificado emporio y asumió la condición de Don.
El líder salió de la presidencia el 16 de agosto del 2000, con una alta tasa de rechazo y salpicado por la corrupción. Fue sustituido por Hipólito Mejía, un líder  político campechano y muy espontáneo, cuyo coordinador de campaña y cuñado, Sergio Grullón, en una de las actividades proselitistas desarrolladas en la región sur, había juramentado a un rico e influyente empresario, que resultó ser Quirino Paulino, como miembro del “Comando de Campaña”.
La intervención del Banco Intercontinental (Baninter), tras comprobarse turbios manejos en la administración de los fondos de sus clientes, trajeron a la luz pública  la cuantiosa fortuna acumulada por Leonel Fernández en su primer mandato.  La crisis bancaria asestó un golpe demoledor a la economía dominicana, y la popularidad del presidente Mejía cayó en picada, al mismo tiempo que la estrella de Leonel comenzaba a recobrar brillo.
Los mejores tiempos de Quirino coincidieron con los peores tiempo de Leonel.  Ya Quirino había adquirido la aureola de pródigo mecenas, y como Midas, cuanto tocaba se convertía en oro. Había levantado la hacienda ganadera más próspera y tecnificada del sur dominicano, y sus ejemplares, envidiados por los más prestigiosos ganaderos, eran alimentados a la carta, tenían manicurista y hasta músicos para deleitar sus oídos.
La intervención de sus cuentas tenían a Leonel casi de rodillas, y alguien le mencionó la existencia de un Don, astuto e inteligente, cuyas inversiones requerían el auxilio del poder político. Don Quirino intuyó la caída de Hipólito, en cuyo gobierno alcanzó el rango de Capitán del Ejército Nacional,  y el ascenso de Leonel, y decidió cambiar de caballo.
Leonel y Quirino se necesitaban: a uno le hacía falta dinero y al otro poder político. El Don se entregó en cuerpo y alma a la campaña de Leonel Fernández, y cuanto tenía y cuantos le servían, se vistieron de morado, el color del partido de Leonel.
Leonel ganó, y al Don le echaron el guante mientras dirigía un cargamento de cocaína destinado a las sedientas narices imperiales. Fue extraditado y condenado en Estados Unidos, y durante casi una década el nombre de Quirino cayó en el olvido.
Hilando Fino, un controversial programa de TV dirigido por un periodista sagaz y aguerrido, Salvador Holguín, fue el medio utilizado por Quirino Paulino para salir de su anonimato,  ¡y de qué manera! : ¡Cobrándole a Leonel 200 millones de pesos!
Quirino Paulino afirma, y ha sido reiterativo en sus declaraciones, ofrecidas con más detalles de los que hacen falta para comprobar cuánto hay de verdad o de mentira en sus afirmaciones, que Leonel Fernández lo contactó y le solicitó dinero para financiar su campaña política, y que fue contactado a través de un tal Luis Gutiérrez, y que el dinero aportado le llegaba a Leonel a través de Margarita Gómez, esposa un general muy influyente en el gobierno de Leonel,  o Felix Bautista, y que en ocasiones la entrega era directa. En una de esas ocasiones, afirma el convicto, el ex lanzador y miembro del Salón de la Fama del Beisbol, Juan Marichal, estaba presente.
Fue más lejos, y vincula a la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), la paradigmática organización sin fines de lucro de Leonel Fernández, con el lavado de activos, pues de ser cierto que aportó 7 millones de pesos, producto del narcotráfico, para adquirir una planta de generación eléctrica para este ente “no lucrativo”, estamos en presencia de hechos ilícitos imposibles de desdeñar, y que por la precisión de los detalles suministrados por el convicto narcotraficante bastaría una par de llamadas telefónicas para confirmar la certidumbre o falsía de la denuncia.
¿Habló verdad Quirino?
El 96% de la población dominicana otorga crédito a las declaraciones de Quirino Paulino. Si usted y yo nos colocamos en el 4% que no le otorga ningún crédito, por lo menos nos encontraremos entre los que no nos satisface como respuesta la descalificación por la condición de narcotraficante confeso y convicto del autor ni de la denuncica, ni  con las evasivas de Leonel Fernández.
Quirino asestó un golpe rudo y contundente en el mismo hígado de Leonel Fernández, quien se dobló, y pretende recuperarse del golpe permaneciendo agachado y dejando a su claque la limpieza de su deteriorada imagen pública.
El golpe de Quirino rebotó en el ojo derecho de Hipólito Mejía, dejándole un moretón que no sanará por ahora, y que terminará dejando sólo en la cancha del PRM a Luis Abinader, y de paso provocó ronchas en la delicada epidermis del presidente Medina, en cuyo rostro, rojo de vergüenza, quedó impreso el golpe moral, reacción de la naturaleza tímida y reservada de Danilo Medina, persona honesta y de principios, que no pudo eludir la carambola de Quirino.
Como una derrota se puede convertir en victoria, bien haríamos los dominicanos en aprovechar la carambola de Quirino para iniciar las labores sanitarias y profilácticas que requiere con urgencia la actividad política en nuestro país.

Con líderes políticos extendiendo la mano y cerrando los ojos para recibir dinero procedente del narcotráfico o de la corrupción, el Estado Social Democrático y de Derecho que promete la Constitución de la República será eternamente una utopía.

¡Aprovechemos la carambola de Quirino!