Este documento anónimo circulo en el Internet en el año 2008, haciendo referencia a los acontecimientos suscitados en los años 1993-1995, y contiene una recopilación de las distintas reacciones de algunos países y gobernantes del área del Caribe a las propuestas de funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, para que fueran instalados campamentos temporales de refugiados haitianos en distintos países del caribe, incluyendo de manera especial a la República Dominicana. La posición del entonces presidente Dr. Joaquín Balaguer se refiere a lo que se denomino plan éxodo para instalar campamentos haitianos en territorio dominicano.
Ocupo este espacio en Impacto Digital para ofrecer a los lectores la oportunidad de que recuerden el acoso de que fue objeto este país para obligarle a que acepte la instalación de campamentos de haitianos en la frontera. Y que el fenecido presidente Joaquín Balaguer rechazó en forma responsable. Lo que le costó que Estados Unidos y sus aláteres internos recortaran dos años de los cuatros que debió gobernar a partir del 2004.
Marina García
RASGANDO LAS TINIEBLAS DE LA HISTORIA
Los Haitianos: Rechazados por todos
Al igual que en los EU y Europa, los gobernantes y ciudadanos de países latinoamericanos y del Caribe, rechazan enérgicamente la permanencia de haitianos, niños o adultos, en sus territorios. Muchos de las decenas de miles de haitianos que abandonaban su país en los últimos años intentaban ir a Estados Unidos (EU). Otros se dirigieron a otros países de la región, como República Dominicana, Canadá y las Bahamas. Algunos han obtenido asilo, pero la mayoría ha sido devueltos a Haití, principalmente desde los EU, Canadá y las Bahamas.
Miles de haitianos estuvieron confinados en la base naval estadounidense de la bahía de Guantánamo, en Cuba; pero la casi totalidad de los mismos fueron posteriormente repatriados a Haití, desde donde en febrero 1997 se lograron “acuerdos” con el gobierno del país vecino para empezar a trasladarlos a la República Dominicana.
Muchos haitianos quisieron huir más lejos, como a Sudamérica y Europa. Sin embargo, a mediados de los años noventa, Suiza y Francia impusieron nuevos requisitos restrictivos al visado de entrada a su territorio, a fin de impedir el ingreso de africanos y caribeños. La mayoría de los miles de haitianos que se encaminaron a EU por mar tras el golpe de Estado de septiembre 1991 fueron interceptados por las patrullas de la Guardia Costera de EU antes de llegar a territorio norteamericano.
En alta mar, los haitianos solicitaron se les concediera asilo en Estados Unidos, pero todos fueron llevados a la base naval estadounidense de Guantánamo (en Cuba), donde funcionarios del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) del Departamento de Justicia de EU, los sometieron a un proceso de selección para determinar (condiciones de salud, grado de escolaridad) la posibilidad de conceder asilo a algunos de ellos.
Estos procedimientos de selección no se ajustaron a las normas internacionales, ya que carecieron de garantías esenciales, como el acceso a asesoramiento jurídico y a un recurso efectivo contra la denegación. Sin embargo, a muy pocos se les permitió llegar a EU, pero la inmensa mayoría de ellos fueron devueltos a Haití. El 24 de mayo de 1992, el presidente George Bush (padre) dictó una Orden Presidencial por la que todos los haitianos interceptados en el mar serían devueltos directamente a Haití, sin prestar consideración alguna a su solicitud de asilo en EU.
El presidente Bill Clinton, que tomó posesión de su cargo en enero de 1993, continuó esta política pese a las promesas de cambio realizadas en la campaña electoral; así, EU violó el principio reconocido internacionalmente de non-refoulement (no devolución), que se opone a la repatriación forzada, y renegó de las obligaciones contraídas en virtud del artículo 33 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1951.
Desde la oficina del encargado especial del Departamento de Estado, Lawrence Pezzullo, se afirmó que “la repatriación de los haitianos es una política de prioridad nacional y ni la ONU ni ninguna otra organización nacional o internacional tiene que inmiscuirse en esa decisión porque los EU, como país soberano que es, está ejerciendo los derechos que le corresponden con esas repatriaciones”.
En mayo de 1994, en parte como resultado de las continuas críticas nacionales e internacionales a la política norteamericana de repatriación forzada, el presidente Bill Clinton anunció que los solicitantes de asilo haitianos interceptados en el mar por la Guardia Costera estadounidense ya no serían devueltos sumaria y directamente a Haití, sino que se les permitiría presentar su solicitud de asilo a bordo de navíos estadounidenses, para posteriormente intentar establecerlos en algunos de los otros países de la región,“pero no en territorio norteamericano”.
En mayo de 1994, en parte como resultado de las continuas críticas nacionales e internacionales a la política norteamericana de repatriación forzada, el presidente Bill Clinton anunció que los solicitantes de asilo haitianos interceptados en el mar por la Guardia Costera estadounidense ya no serían devueltos sumaria y directamente a Haití, sino que se les permitiría presentar su solicitud de asilo a bordo de navíos estadounidenses, para posteriormente intentar establecerlos en algunos de los otros países de la región,“pero no en territorio norteamericano”.
A principios de julio 1994, el gobierno estadounidense anunció que se ofrecería a los haitianos interceptados en el mar la opción de ser llevados a “otro país” de la región o ser devueltos a Haití. Ya no se les ofrecería la oportunidad de una audiencia para presentar su solicitud de ser asilados en los EU. Las ONGs defensoras de los derechos humanos radicadas en los EEUU y en la Unión Europea, así como también los congresistas negros del “Black Caucus”, artistas y líderes del Movimiento Negro en EU calificaron de racista esa nueva medida política del presidente Clinton.
Sin embargo, la Suprema Corte de EU falló que el Presidente Clinton tenía pleno derecho a repatriar a todos los extranjeros indocumentados y que “los haitianos podían ser y continuarían siendo repatriados si así lo decidía el Presidente”. El gobierno de EU procedió entonces a negociar con los gobiernos de los países latinoamericanos y del Caribe para que aceptaran dar asilo a los haitianos, pero los gobernantes de dichos países rechazaron indignados esa posibilidad. Ninguno de ellos accedió a los deseos de EU, ni siquiera en principio.
Reacciones de algunos países y gobernantes del área del Caribe a las propuestas de funcionarios del gobierno de los Estados Unidos para que concedieran asilo temporal a los haitianos que en embarcaciones abandonaban su país, hacia los Estados Unidos.
Venezuela : Presidente Rafael Caldera, (1994, durante su segundo período presidencial) “nos produce mucha pena la deplorable situación de los haitianos, siempre los hemos ayudado y estamos en disposición de ofrecer cualquier tipo de ayuda humanitaria, pero acceder a brindarles asilo en nuestro país, es muy diferente. Esa descabellada propuesta es imposible de aceptar, los venezolanos no me lo perdonarían nunca, sería incapaz de traicionar la confianza que por segunda ocasión han depositado en mí”.
Costa Rica: Presidente José María Figueres (Noviembre 1994) “… la lamentable pobreza del pueblo haitiano es parte de las causas que motivan esas emigraciones, pero no podemos aceptarlos como refugiados en Costa Rica. Nosotros también tenemos nuestros problemas con indocumentados nicaragüenses, pero estamos trabajando para solucionarlos… y lo estamos logrando. No me parece que ningún país de América Latina esté en condiciones de hacerse cargo del enorme problema que representan los emigrantes haitianos”.
Cuba: Fidel Castro R. (1993) “… en frágiles e improvisadas embarcaciones han arribado a nuestras playas 460 haitianos en muy malas condiciones, enfermos, hambrientos y vistiendo harapos. Están siendo atendidos en nuestros hospitales, en donde se les están administrando los medicamentos necesarios, buena alimentación y nuevas vestimentas. Una vez que sus condiciones generales retornen a la normalidad, todos serán reembarcados en sus reacondicionados botes y remolcados por lanchas de nuestra marina, hasta las proximidades de las costas de Haití”.
Colombia: Presidente Ernesto Samper (Diciembre 1994) “inaceptable… absolutamente inaceptable. Colombia rechaza categóricamente la posibilidad de permitir emplazar campamentos temporales de refugiados haitianos en nuestro suelo. Absolutamente inaceptable… absurda propuesta”
República Dominicana: Presidente Joaquín Balaguer (Febrero 1994) “ funcionarios del gobierno norteamericano y Organismos Internacionales han insistido en que la República Dominicana conceda refugio a los haitianos que están abandonando su país en embarcaciones hacia los Estados Unidos y algunos otros destinos; asimismo esos funcionarios me reiteraron el compromiso del gobierno norteamericano de responsabilizarse, por completo, de todos los gastos que conllevaría la construcción de las instalaciones que servirían de campamentos, en territorio dominicano, a los refugiados haitiano. Asegurando además que proveerían toda alimentación y medicamentos que sean necesarios en los mismos.
A cambio prometen interceder favorablemente ante bancos y otros organismos extranjeros para la concesión de préstamos a nuestro gobierno, para que podamos continuar con nuestra política de construcciones. No faltaron tampoco las promesas y el ofrecimiento de reconocimientos y honores a mi persona por renombradas instituciones extranjeras.
Mi respuesta fue que ya que ellos se comprometían a asumir todos los gastos que acarrearían las construcciones y mantenimiento de dichos campamentos en nuestro país, entonces lo adecuado era que los hicieran al otro lado de nuestra frontera, en el mismo Haití, pero ¡no de este lado de la frontera!, ¡no en suelo dominicano!
Agradecí el ofrecimiento de los préstamos, informándoles que nuestro gobierno continuaría la política de construcciones en la medida que nuestros ahorros internos lo permitieran; aclarándoles además que yo no necesito honores ni reconocimientos extranjeros, mucho menos a tan alto costo para nuestra nación. Como presidente dominicano”.
“¡Sería para mí un auténtico despropósito aceptar el asentamiento de haitianos en tierras dominicana!, ¡un desconocimiento… una negación y una ofensa a la memoria de tantos y tantas dominicanos que todo lo sacrificaron por la patria, por esta patria de Duarte, de Sánchez y Mella!”.
Honduras: Presidente Carlos Roberto Reina (marzo 1995) “por humanitarismo transigimos a la pertinaz petición de diferentes representantes del gobierno norteamericano y de la OEA, para el emplazamiento circunstancial y temporal, durante sólo 6 meses, de campamentos en territorio hondureño para refugiados haitianos. Cinco meses han transcurrido de la prescripción del plazo acordado en que los refugiados debían ser retornados a su país de origen o a cualquier otra localidad fuera del territorio hondureño. Hemos insistido en nuestros requerimientos, no obstante resulta verdaderamente vergonzoso, ultrajante y deshonesto el comportamiento de la OEA y del gobierno norteamericano en cumplir con lo estipulado. Evaden cumplir con su compromiso.
Toda mi vida la he dedicado a defender los derechos de los hondureños, quiero cambiarle a la Patria su rostro avergonzado y desde este momento estoy impartiendo las directrices encaminadas a la clausura inmediata de los campamentos y el embarque de todos sus ocupantes a su país de origen, Haití. Honduras es pobre, pero callarme o resignarme, por subordinación, reverencia o vasallaje, sería mezquino y bochornoso. Jamás permitiría ni permitiré la perpetuación de tan anómala y perjudicial situación en detrimento de nuestro país y de los hondureños. Como su Presidente, tengo la obligación y el deber de gobernar para mejorar las condiciones de Honduras y de todos los hondureños, no para empeorarlas…”
Panamá: En 1993 el Presidente Guillermo Endara, secretamente accedió a la petición del gobierno norteamericano de conceder asilo a 10,000 (diez mil) refugiados haitianos, en una de las pequeñas islas adyacentes y pertenecientes a Panamá. Algunas semanas después, cuando la concesión del Presidente se hizo de conocimiento público, el pueblo panameño reaccionó encolerizado. Hubo múltiples marchas de protesta, los medios de comunicación desaprobaron y desataron campañas contra esa decisión, los intelectuales la calificaron de inaceptable, vergonzosa y deshonrosa indulgencia presidencial, las movilizaciones estudiantiles se hicieron cada vez más violentas, hasta que finalmente, la Asamblea Nacional hubo de desautorizar la concesión presidencial. El presidente Endara se vio en la obligación de rectificar a su complacencia, y así lo comunicó a los EU y a la OEA. Panamá tampoco aceptó haitianos en ninguno de sus territorios.
Comunidad del Caribe (CARICOM): Belice, Jamaica*, Guyana, San Kitts y Nevis, Surinam, Trinidad y Tobago, rechazaron todos enérgicamente la propuesta del gobierno norteamericano de recibir haitianos en sus territorios.
* aceptó sólo a seiscientos (600) refugiados haitianos.
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