El recorrido por el llamado Sur Profundo culminaría un día domingo con el cierre de campaña, a celebrarse con una multitudinaria concentración regional en la ciudad de Barahona. Los ríos humanos desbordaron los mejores pronósticos, y la alegría contagiosa de la gente que bailaba en la calles al ritmo de tambores y redoblantes llegaba al paroxismo.
Desde tempranas horas del viernes nos preparamos para el recorrido. Nenito y sus muchachos se encargarían de la animación, con trompetas, bombos, redoblantes y platillos. Luis, chofer y mecánico, por si las moscas... estaba a cargo de un jeep come lomas: un viejo Land Robert que había participado en tantas campañas que parecía estar reclamando una tregua; una camioneta Nissan, donde cargamos las provisiones de boca y otro vehículo que cargaba equipos de sonido.
El plan consistía en estimular la participación popular en las poblaciones que visitaría el candidato presidencial, antes de que junto a los integrantes de su comitiva se presentara al lugar. Así lo hicimos. La noche del viernes pernoctamos en Neiba, y al día siguiente realizamos un gran recorrido que llegando a Duvergé al caer la tarde, y en horas de la noche, pasando por Enriquillo, a la ciudad de Barahona.
En entusiasmo era desbordante y el triunfo, para los perredeistas jacobianos, era pan comido. Nos habíamos quedado esperando a Peña Gómez; expectantes, lo presentíamos llegar en cualquier momento. La dirección de la campaña en Barahona, encabeza por Noel Suberví, había hecho un gran trabajo, y esa noche los compañeros comenzamos a celebrar la victoria por anticipado. La concentración del domingo fue un acontecimiento apoteósico, pero nos quedamos con ganas de escuchar la voz de trueno del compañero Peña...
De regreso, al llegar al Cruce de Ocoa, vestido de blanco, con sombrero y una esplendente sonrisa de oreja a oreja, alcanzamos a distinguir, mirando hacia el oeste, como si estuviera preparándose para saludar a la caravana perredeista, contemplamos la figura enhiesta del Dr. Peña Gómez.
Durante la campaña del 86 Peña había externado comentarios elogiosos a la figura del Profesor Juan Bosch, candidato presidencial del PLD, que algunos interpretamos como imprudentes y contrarios a las conveniencias del candidato del PRD.
Jacobo Majluta, por estrecho margen, obtuvo la victoria, pero perdió las elecciones, que fueron decididas por la Junta Central Electoral, las presiones del Cardenal López Rodríguez, y la indiferencia de José Francisco Peña Gómez y el Presidente Salvador Jorge Blanco , a favor de Joaquín Balaguer.
Las facciones de Peña y Jacobo se enfrascaron en un lucha tenaz por el control del PRD. Las bancadas legislativas se dividieron, y los diputados de uno y otro bando eligieron sus respectivos voceros: Los diputados perredeistas jacobiano elegimos como vocero a Rafael Sarante.
El PRD, dividido, perdió las elecciones del 1986, 1990 y 1994. Para las elecciones del 1994 hubo un acercamiento entre Jacobo y Peña, que incluso arribaron a un acuerdo mediante el cual Jacobo retiraria su candidatura presidencial por el PRI y aceptaba ser candidato a Senador del PRD por el Distrito Nacional. Peña Gómez, guiándose por el consejo de sus asesores rompió el acuerdo, y perdió por 23 mil votos la Presidencia de la República, mientras Jacobo obtenía 68 mil votos.
La crisis del 94 acortó dos años a Balaguer y fue aprovechada con creces por el PLD, que se alzó con la Presidencia de la Cámara de Diputados, a pesar de que era una lejana tercera fuerza, y quedó en manos de Danilo Medina.
Jacobo Majluta, víctima de un cáncer, exacerbado por el stress causado por las tensiones políticas, murió el 2 de marzo de 1996, a la edad de 61 años 2 meses y 23 días.
Tras la muerte de Jacobo Majluta el perredeismo,incluyendo a los jacobianos más prominentes, se cohesionó alrededor de Peña Gómez.
La represión y la expulsión masiva de dominicohaitianos, dominicanos de color y haitianos que se llevó a cabo en el 1994 previo a las elecciones, como estrategia para proyectar a Peña Gómez como un peligro para la supervivencia de la dominicanidad, también se reeditó para las elecciones del 1996, y los mismos poderes fácticos que derrotaron a Jacabo Majluta, de nuevo encabezadas por el Cardenal López Rodríguez, derrotaron a Peña Gómez.
Peña Gómez, víctima de un cáncer, exacerbado por el stress causado por las tensiones políticas, murió el 10 de mayo de 1998, a la edad de 61 años 2 meses y 4 días.
En medio de la crisis del 1986, siendo diputado del PRD, en una rueda de prensa divulgada por los medios, defendimos la tésis de que el partido era un instrumento político concebido para luchar por mejores condiciones de vida, principalmente para los dominicanos y dominicanas vícitimas de la inequidad y la exclusión social, y que preservar su unidad estaba por encima de las aspiraciones y diferencias personales de Peña Gómez y Jacobo Majluta, por lo que propusimos la exclusión temporal de ambos líderes de las actividades partidarias y que las bases del partido eligieran nuevas autoridades. La propuesta cayó en el vacío.
El Partido Revolucionario Dominicano, tras el cisma del 1986, con dos voceros en la Cámara de Diputados, volvió a soborear la miel de la victoria en las elecciones del 2000, tras permanecer 14 años en la oposición y asistir a la muerte de sus dos principales líderes: Peña Gómez y Jacobo Majluta.
Las facciones de Hipólito Mejía y Miguel Vargas acaban de elegir sus respectivos voceros en la Cámarade Diputados. Si la historia es cíclica, entonces podemos comenzar a escribir la crónica y los epitafios.
Llevar dos voceros a la Cámara de Diputados es un craso error. Comenzamos a trillar exactamente el mismo camino que nos condujo a tres derrotas consecutivas y a la muerte prematura de dos entrañables amigos. Esos voceros no van a representar al PRD, sino a Miguel Vargas y a Hipólito Mejía.
Así comenzamos el 16 de agosto del 1986, y labramos el camino de la derrota. Ahora podríamos abonar el camino el exterminio del PRD.
Si no superamos la insensatez de presentarnos con dos voceros, los nuevos votantes y muchos de los viejos, se alejarán del partido, y el PRD será derrotado en las elecciones del 2016, 2020 y 2024; tal cual sucedió a los líderes anteriores, Hipolito Mejía y Miguel Vargas morirán antes de que la miel de la victoria vuelva a sonreir a los perredeistas.
Hoy, como en el 1986, el PRD sigue siendo un instrumento político para luchar a favor de las victimas de la exclusión social, y preservar la unidad monolítica del partido sigue siendo más importante que las aspiraciones personales de sus líderes.
Las actuaciones de los que fungen como voceros de los líderes de facciones le están haciendo el juego a Leonel Fernández, cuyo objetivo estratégico es convertir al Partido de la Liberación Dominicana en partido único.
La exclusión temporal de Miguel Vargas e Hipólito Mejía es una necesidad para garantizar la unidad del PRD, aunque les disguste a los miguelistas y a los hipolitistas, pues con ellos activos e impartiendo instrucciones a sus seguidores, no es posible construir el consenso ni aprovechar el escenario legislativo para promover lo que debe ser prioritario, como lo son la ley de partidos y definir lo concerniente al Defensor del Pueblo.
A la Cámara de Diputados debe ir un solo vocero, y como las pasiones obnubilan, conviene que sea una elección al azar, introduciendo en una urna papeletas con los nombres de todos los diputados y diputadas, incluyendo los de ultramar, en una reunión a todos los diputados presentes, escoger al vocero y a los representantes del PRD en la cámara baja.
Los diputados del PRD deben tener presente que no fueron elegidos diputados por Hippólito Mejía o Miguel Vargas, sino por los perredeistas que de la base, y que es a esa base humilde, incondicional y sacrificada a la que deben sus cargos.
Si los diputados del PRD se entregan a la causa del PRD, basta con que se entiendan entre ellos y promuevan un encuentro, sólo para diputados, a puertas cerradas, sin testigos y sin medios de prensa, hasta que arriben a un acuerdo y elijan un vocero. Eso es sencillo y sensato. De actuar así, demostrarán inteligencia política y que los líderes del PRD y su dirigencia nacional asimilaron la lección del 1986.
Si los diputados del PRD se entregan a la causa del PRD, basta con que se entiendan entre ellos y promuevan un encuentro, sólo para diputados, a puertas cerradas, sin testigos y sin medios de prensa, hasta que arriben a un acuerdo y elijan un vocero. Eso es sencillo y sensato. De actuar así, demostrarán inteligencia política y que los líderes del PRD y su dirigencia nacional asimilaron la lección del 1986.
Mientras tanto, en lo que el sentido común regresa a la mente de la dirigencia del PRD, compartimos con los dominicanos y dominicanas que están habilitados para ejercer sus derechos civiles y políticos, los siguentes datos:
Este año, 2012, fue declarado por el gobierno dominicano como el año del Estado Social de Derechos; pero tenemos más de 700 mil dominicanos sin acta de nacimiento, que no pueden elegir ni ser elegidos, ni ser incluidos en los planes de seguridad social ni aplicar para un empleo ni en el sector público ni en el privado, y el gobierno es indiferente a esa triste y calamitosa realidad social. Para esos 700 mil dominicanos el Estado Social de Derechos no tiene sentido ni importancia, pues ellos no tienen como ejercer ningún derecho.
Pro Juris Causa, organización sin fines de lucro de beneficio público, inició un proyecto de asistencia legal y trámites administrativos gratuitos, para facilitar a dominicanos y dominicanas adultos la obtención de sus documentos esenciales: Acta de Nacimiento y Cédula de Identidad y Electoral.
Muchos de los dominicanos y dominicanas adultos que se movilizaron y participaron en las caravanas y caminatas de todos los partidos políticos en la pasada campaña electoral, sólo sirvieron para hacer bulto, pues para votar hay que tener Cédula y estar registrado en el Padrón Electoral.
En ese grupo inmenso de personas NO DECLARADAS, se encuentra la mayoría de nuestros analfabetos y analfabetas, y son excluidos sociales por la irresponsabilidad del Estado, las inconsecuencias de los partidos políticos y la indiferencia de alcaldes, diputados y senadores. Invitamos a las personas deseen contribuir a la ingente y prioritaria tarea de organizar la vida civil de nuestros muertos civiles, ponerse en contacto con Pro Juris Causa, llamando a los teléfonos 829-595-5961 y 809-904-1322, o escribiendo a projuriscausa@hotmail.com
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