domingo, 23 de febrero de 2014

DE ANTONIO GUZMÁN... A DANILO MEDINA

El doctor Leonel Fernández, abogado, ex presidente de la República, presidente del Partido de la Liberación Dominicano (PLD), y a su decir el único dominicano con capacidad para conceptualizar, se empleó a fondo en su propósito de derrotar al presidente Danilo Medina en el recién pasado Congreso en el que su partido eligió nuevos miembros para el Comité Central y la Comisión Política. 

El León, como han bautizado sus seguidores a Leonel Fernández, lanzó su rugido de guerra en un acto celebrado en Puerto Plata, en compañía del Secretario de Organización y del Tesorero del PLD, el senador Felix Bautista y el ex Ministro de Obras Públicas Víctor Díaz Rúa, a quienes el ex presidente  promovía para ser elevados a titulares de la Comisión Política. Era la manera natural de ir colocando sus fichas en puestos claves para impulsar sus aspiraciones, por cuarta ocasión, a la Presidencia de la República, a la que aspirará para las elecciones que habrán de celebrarse el 20 de mayo del 2016.

Danilo Medina Sánchez es un hombre sencillo, accesible, sin ínfulas de sabelotodo, que contrario a Leonel  Fernández se caracteriza por cumplir con la palabra empeñada, y tan cercano al pueblo que en ese aspecto parece la reencarnación de Don Antonio Guzmán, quien en el 1978 desplazó al intelectual Joaquín Balaguer del poder.  Paradógicamente, Leonel,por su estilo, es percibido como más cercano a Balaguer que a Juan Bosch, el lider histórico y fundador del PLD, y de su gran opositor, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).  
Don Antonio Guzmán Fernández fue un  amigo cercano y colaborador del Profesor Juan Bosch, en cuyo gobierno, primero elegido democráticamente tras el ajusticiamiento del dictador Rafael Trujillo (1961), fue Ministro de Agricultura. Como presidente, Antonio Guzmán se desplazaba sin escolta, solía confundirse con los campesinos y gustaba de las obras pequeñas, esas que benefician directamente a las comunidades más necesitadas.

Danilo Medina es un asiduo visitante de las poblaciones más necesitadas, y en él, la gente humilde, los pequeños empresarios agropecuarios organizados en cooperativas y asociaciones de productores, han encontrado la sensibilidad que se había perdido en la administración pública. Con esa  actitud solidaria, impregnada de pragmatismo productivo y muy democrático, decir que Danilo Medina Sánchez late junto con el corazón del pueblo es un acto de justicia.

Su comportamiento le ha generado beneficios políticos, y el elevado índice de aprobación que tiene su gobierno supera con creces las proyecciones más halagüeñas. Nadie esperaba tanto de Danilo Medina, y el más sorprendido es Leonel Fernández, cuya egolatría exagerada se ha sentido profundamente herida: resentido, ha minimizado los méritos políticos de su némesis dentro del PLD, insinuando veladamente que sus derrotas frente al danilismo es el resultado de las prácticas  clientelistas a través de la repartición de favores y prebenda, o sea que Danilo Medina no lo derrotó por sus méritos, sino que lo derrotó  comprando votos a cambio de dádivas.
Lo cierto es que Daniló Medina superó a Leonel Fernández, limpiamente, y que en el seno del PLD ha surgido una poderosa corriente crítica que representa un despertar esperanzador, en cuanto concierne a derrotar en su seno el caudillismo, representado por Leonel Fernández, a quien la gente que piensa dentro del PLD ve como un obstáculo para el desarrollo de sus proyectos políticos personales, y hasta hay quien lo considera, por su ambición desmedida  y hambre de poder como UN PELIGRO NACIONAL.

A Danilo Medina Sánchez se le critica su aparente inercia en cuanto concierne a la persecución del crimen de corrupción que muchos dominicanos atribuyen a Leonel Fernández y a sus principales colaboradores, en cuyos gobiernos, según organizaciones internacionales que supervisan la calidad del gasto público, la corrupción era rampante, y en su gestión operaba  una poderosa mafia culpable de haber desviado cientos de miles de millones de pesos desde el erario público a cuentas particulares.

Es un crítica inmerecida, pues el Ministerio Público, en la persona de su máximo representante, el Procurador General de la República, Francisco Domnguez Brito, pesiguió activamente a Felix Bautista, la punta del iceberg en la voluminosa operación puesta en practica durante los ocho años del gobierno de Fernñandez para saquear el erario público, principalmente a través de obras pública sobrevaluadas,  y las inicativas del Ministerio Público fueron aplastadas por los jueces de la jurisdicción penal, incluyendo cuatro jueces de los cinco que integran la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia.

¿Y quien seleccionó a esos magistrados?

Leonel Fernandez hizo la selección de quienes, como jueces, se encargarían de garantizarle impunidad vitalicia.   Ahí está el detalle, y las razones que de antemano determinan el fracaso de cualquier iniciativa de Danilo Medina para perseguir los actos de corrupción atribuidos a Leonel Fernandez y sus colaboradores.

No se trata de FALTA DE VOLUNTAD POLITICA del presidente Danilo Medina, sino de la barrera infranqueable que construyó Leonel Fernández. La voluntad política de Danilo Medina para perseguir los actos de corrupción atribuidos al gobierno de Leonel Fernandez se puso de manifiesto tan pronto asumió su gestión;  lo demostró con la persecución  iniciada por el Procurador General de la República en contra de Felix Bautista,  pues sólo con la autorización del Presidente de la República osaría el Procurador de la República perseguir al principal colaborador de Fernández, quien es  la tercera figura en importancia dentro del esquema orgánico del PLD, pues se trata del Secreatrio de Organización. Quienes le salvaron el pellejo a Bautista fueron los jueces de Leonel Fernández.

Lo mismo sucedió en el 1978. La corrupción rampante fue una de las caracteristica de los doce años de gobierno del doctor Joaquin Balaguer, quien llegó a decir que en su gobierno se habían hecho  millonarias más de 300 personas, y que la corrupción sólo se detenía en la puerta de su despacho. 

La gente común de aquel entonces, y sus  más acreditados voceros, pedían a gritos,como ahora, perseguir a los funcionarios corruptos; pero, lamentablemente la  realidad, creada por la subordinación de la justicia al poder político,  impuso "el borrón y cuenta nueva".   Joaquín Balaguer y sus colaboradores construyeron un blindaje jurídico, controlando la designación de los jueces a través de la Suprema Corte de Justicia; Leonel lo hizo controlando el Consejo Nacional de la Magistratura.

Parecería que la historia dominicana es cíclica, y la rueda, en el 2012, se detuvo en la realidad del 1978; para blindarse jurídicamente, a la Junta Central Electoral (JCE), que al igual que sucede en la actualidad, está bajo el control de un partido político, se le impuso una solución para entregarle a Balaguer la justicia: Sumarle al Partido Reformista todos los votos correspondientes a la abstención electoral de las provincias  María Trinidad Sánchez, El Seibo, Bahoruco y La Altagracia. En esas provincias había ganado el PRD, pero, ¡insólito¡, para que Balaguer controlara la justicia, la JCE determinó que en esas provincias todos los que no acudieron a votar eran reformistas, y los sumaron a la boleta de Balaguer. Así Balaguer sumó cuatro senadores y controló el Senado de la República, que para entonces designaba todos los jueces.  


Leonel Fernández fue  más sutil, efectivo y "generoso", sedujo a Miguel Vargas, el presidente del PRD, "jefe de la oposición" y le dió a  una ñapa,  a cambio de que le sumara los votos que le faltaban a su proyecto de reforma constitucional. Con su Constitución,  Leonel Fernández creó las condiciones que le permitieron controlar la justicia, garantizando impunidad para sí y quienes, al igual que Félix Bautista, le acompañaron en la tarea de aprovechar la función pública para hacer dinero. 

Balaguer retornó al poder, y ya sabemos lo que hizo: desconocer la voluntad popular en el 1990 y en el 1994, y legarnos  el crimen impune de Narciso González.

Danilo Medina Sánchez ha acumulado la fuerza necesaria para atajar la ambición desbordada de Leonel Fernández.  Si hay un propósito común que debía por sí tener suficiente fuerza de cohesión para unificarnos, ese es  impedir que levante vuelo EL PELIGRO NACIONAL que representa El León, que  volvería a entregar por espejitos el oro dominicano, como lo hizo con el contrato de la Barry Gold, o a concertar negocios subripticios como el caso de la Sund Land,  o a desviar recursos para pagar obras que no se construyeron,   pues al perro huevero, aunque le quemen la el hocico, sigue comiendo huevos.

Así como los buenos dominicanos siguen profesando afectos a Don Antonio Guzmán, por haber humanizado el ejercicio del poder, lo mismo hará con Danilo Medina, que a los méritos de su gestión está en condiciones  de legarnos un país sin Leonel Fernández.

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